miércoles, 21 de diciembre de 2016

La idealización de la otra persona en la relación de pareja: ¿como afecta?

Cuando comenzamos una relación de pareja parece que todo es ilusión. Es frecuente que aparezcan afirmaciones del tipo: “Me encanta todo en mi pareja”, vivimos un período inicial de “cuento de hadas” en el que todo son (parece) detalles y buenos momentos. Cada nuevo elemento a descubrir en la otra persona parece ser mejor que el anterior y parece que solo percibimos virtudes; y si observamos defectos, tendemos a minimizarlos u omitirlos. No obstante, esta percepción tiene más que ver con un proceso de idealización inicial de la pareja que no durará eternamente, que caracteriza sobre todo al período de enamoramiento y que según como se maneje puede tener consecuencias en momentos posteriores de la relación.

¿En qué consiste idealizar a la pareja? Idealizar a la pareja consiste en maximizar sus virtudes y minimizar sus defectos hasta llegar, en ocasiones, a casi omitirlos; lleva a interpretar todo lo relacionado con la pareja a través de un “filtro” positivo. La idealización del otro es algo común en la etapa inicial de enamoramiento, durante esos primeros meses de marcada ilusión y pasión. Incluso, se ha considerado que esto podría ser beneficioso para la pareja siempre y cuando (y aquí viene lo complicado) no sobrepase los límites de la realidad. Cuando la idealización de la otra persona se torna irrealista (atribuyendo a la pareja cualidades o virtudes que directamente no existen o que se magnifican en exceso) la relación de pareja se verá afectada. Al idealiza al otro de esta manera, se producen  desengaños y conflictos: la persona que idealiza, al ver la realidad, ve sus expectativas no satisfechas y genera demandas excesivas a la pareja. Sentirá que la otra persona le ha fallado, comenzarán los reproches y no sería raro que aparezcan comentarios del tipo “no eres la persona que conocí”. Por otro lado, la persona idealizada percibe que se le hacen demandas que no comparte o comprende y siente una elevada frustración al no poder complacer a la pareja o al no comprender lo que ocurre entre ambos. Además, esta persona no percibirá aceptación por su pareja y por supuesto se sentirá presionada. En este punto ambas partes se vas a distanciar y si no se gestiona de algún modo y conjuntamente, la cantidad de conflicto aumenta hasta poder derivar en una ruptura. E independientemente de que la ruptura ocurra, el distanciamiento y frustración en la pareja aparecerán e irán incrementándose exponencialmente.

¿Por qué se llega a idealizar en exceso a una pareja? Antes de nada, me gustaría recalcar que hasta cierto punto, la idealización de la pareja es algo normal de la etapa de enamoramiento y que solo es problemática cuando se mantiene de manera irracional. La idealización irracional atribuye a la pareja virtudes que no existen y genera una imagen distorsionada del otro, mientras que la idealización normativa lo que hace es valorar algo más positivamente a la pareja que al resto de personas pero sin cruzar los límites de lo real. Llegar al extremo de la idealización excesiva puede relacionarse con diversos factores y dependerá de cada caso individual, pero sobre todo parece haber relación con una autoestima disminuida. Cuando se tiene una baja autoestima y los pensamientos sobre uno mismo tienden a estar descritos en términos negativos, es más fácil que aparezca la tendencia a sobrevalorar a otras personas mucho más positivamente de lo que sería realista. Se sitúa a la pareja en un nivel “superior” a uno/a mismo/a, sobrevalorando sus deseos y opiniones sobre los propios. Dentro de este círculo, la autoestima comienza a disminuir cada vez más: pueden aparecer pensamientos del tipo “no sé que hace conmigo” y miedo intenso a ser dejado. En este punto, se está generando un importante desequilibrio en el funcionamiento de la pareja además de una dependencia emocional hacia la persona idealizada.  Como añadido, tienen una alta influencia también los mitos sobre el amor romántico y la pareja “ideal”, así como los mitos de la media naranja. Asumir que debe existir una persona que “debe ser nuestra única confidente” y “atender en exclusiva a todas nuestras necesidades emocionales” favorecen la aparición de demandas poco realistas hacia la pareja.

¿Cómo podemos evitar caer en la idealización excesiva de la otra persona? En primer lugar, aprendiendo a valorar que todas las personas tienen virtudes y defectos. Debemos aprender a apreciar que ninguna persona hace todo bien, es imposible. Nadie queda libre de equivocarse, ni luce perfecto a todas horas. Un punto clave y fundamental para evitar caer en la idealización, y ya no solo hacia la pareja sino hacia cualquier persona, es aprender a valorarnos  y a no compararnos con los demás. Debemos aprender a ser críticos con nosotros mismos para lo malo pero también para lo bueno. Y percibir en qué aspectos podemos sobresalir frente a otras personas, aprender a valorarnos al mismo nivel que al resto de seres humanos. Somos exactamente igual de valiosos que cualquier persona a la que admiremos o que cualquier pareja que podamos tener. Y aprender a valorarnos de este modo y a querernos nos ayudará a no caer en la idealización excesiva.
En el ámbito de la pareja conviene evitar las comparaciones con parejas previas. Si hemos sufrido con anterioridad, si lo hemos pasado mal con otra persona y comparamos a una pareja actual con la que estamos bien, el balance puede hacer que acabemos sobrevalorando a esta nueva pareja de manera colateral. Y de ahí que nos lleve al final a una idealización. Las comparaciones solo nos llevan a hacer juicios de valor, por lo que tenemos que aprender a observar que diferentes relaciones con diferentes personas son eso: diferentes. Que una relación pudo no funcionar en absoluto, que la otra persona pudo comportarse bien o mal con nosotros.  Que veamos que estamos mucho mejor con nuestra pareja actual, más a gusto y felices. Pero dedicarse a comparar no nos lleva a ninguna parte. En cambio, lo que sí podemos hacer es valorar lo que vemos en la pareja actual y disfrutar de ello, en el momento presente, de lo que nos gusta y lo que no. Pero apreciarlo sin comparar nadie más.

Por último, hay que aprender y comprender que las relaciones evolucionan y tienen su proceso y etapas. Lo que importa es aprender a gestionar las etapas de una relación en pareja en lugar de querer “estancarse” en una fase “perfecta”. Si bien durante el enamoramiento aparece esa idealización del otro, a medida que se va conociendo a una persona comienzan a detectarse defectos, cosas que no nos gustan, se generan conflictos… es una parte inevitable en las relaciones humanas. Pero eso no quiere decir que sea alguien diferente, ni que tenga que acabarse la relación. Cabe aprender a disfrutar de todas las etapas de una relación sin pretender que todo sea perfecto en todo momento. Como punto clave, es necesario fundamentar la pareja en una comunicación activa y en la colaboración mutua. En aprender conjuntamente a vivir esas etapas, adaptándoos, apreciando y valorando los buenos momentos y pequeñas cosas que aportáis el uno al otro, a pesar de que haya cosas que no gusten. Ya que la perfección no existe, buscarla tanto en la pareja como en cualquier ámbito de la vida sólo nos va a llevar a la frustración, y hasta que no aprendemos a aceptarlo y a disfrutar de las pequeñas cosas no podremos disfrutar plenamente de la relación ni de nuestra vida en ella.


Si crees que podrías tener alguna dificultad en este proceso de adaptación y/o en otros aspectos con tu pareja y te gustaría recibir orientación profesional, no dudes en ponerte en contacto con nosotras.

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